La desconfianza en la calidad del agua que proviene de la red pública y la incertidumbre sobre sus estándares de calidad ha ocasionado que en la mayor parte de los hogares se acostumbre la compra de agua embotellada; sin embargo existe otra posibilidad que a largo plazo es menos costosa y más eficiente: la instalación de un filtro purificador de agua. Hoy en día se comercializan 4 tipos de filtros de agua para uso domestico:
- Ozono: Emplea el ozono como agente oxidante, que además es clarificador y desinfectante. Elimina las bacterias y los hongos más rápido que el cloro. Su precio es elevado, requieren mantenimiento constante, instalación especial y energía eléctrica.
- Cerámica: Únicamente retiene materia en suspensión, como sedimentos y basura, y dejan pasar gérmenes y bacterias, y no contienen ningún tipo de esterilizante. Su costo es bajo y su mantenimiento sencillo.
- Luz ultravioleta: Purifica el agua en varias etapas: primero pasa por un filtro que retiene partículas en suspensión, posteriormente por uno de carbón activado que elimina olor, sabor y color del agua, también retiene el cloro existente. Por último, purifica el agua con luz ultravioleta, la cual calcina las bacterias. El mantenimiento de estos aparatos es costoso debido a que es indispensable cambiar los filtros y una lámpara ultravioleta (UV), lo cual constituye un consumo adicional de electricidad.
- Cápsula: Son bacteriológicos, retienen sedimentos y químicos diluidos, así como materia orgánica, olores y sabores. Tiene un precio económico, requieren un mínimo de mantenimiento, necesitan retrolavarse cada tres meses, son desechables y deben sustituirse al término de su vida útil o capacidad de purificación.
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